Comunidades organizadas, una clave para el desarrollo territorial
Date : agosto 3, 2022
Quienes hemos tenido la oportunidad de trabajar en sectores gubernamentales, sabemos perfectamente que la mayoría de los líderes políticos intentan acertar en las acciones que llevan a cabo para aportar al desarrollo de las comunidades. Sin embargo, creo que es un grave error pensar que solo los gobiernos y las organizaciones son responsables de lo que pueda suceder, o no, en la búsqueda de dicho desarrollo.
Para iniciar una verdadera transformación es necesario entender que todos los integrantes dentro de una comunidad, al igual que las entidades, deben apropiarse y responsabilizarse de las problemáticas y las diferentes situaciones que se dan alrededor de la misma, es decir, ambas partes necesitan mantenerse unidas en torno a un propósito para tener claro cuál es su panorama y actuar; de lo contrario, en lugar de lograr avances, solo se crearán barreras que los alejarán de la posibilidad de construir un territorio desarrollado y sostenible.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU establece el desarrollo territorial como un proceso de construcción social, impulsado por la interacción entre las características geofísicas, iniciativas individuales y colectivas de distintos actores y las operaciones económicas, tecnológicas, sociopolíticas, culturales y ambientales en el territorio. En ese orden de ideas, la participación en dicho proceso no debería darse solo por parte de asociaciones o voluntariados, sino a partir de comunidades organizadas, con sentido de pertenencia por su sector, capaces de contribuir a la construcción de estrategias que fortalezcan los procesos de desarrollo sostenible en el tiempo.
Una comunidad organizada conducirá cada sector hacia un buen fin, no dependerá 100% del Gobierno y favorecerá la toma de decisiones del Estado, porque marcará la pauta de lo que se debe hacer, guiando y ayudando a ejecutar acciones en pro de lo que la gente realmente necesita.
Casos como la Red de Costureras, en Ecuador, donde la comunidad se organizó y pudo sobrevivir a la crisis económica a causa del Covid–19; o como el de Altos de San Roque, en El Salvador, donde las personas se vieron afectadas por deslizamientos en época invernal y transformaron su junta directiva en una Comisión Comunal de Protección Civil, con la participación de adultos, jóvenes y hasta niños; ayudan a entender cómo las comunidades organizadas pueden convertirse en generadoras de soluciones.
Cabe destacar que la cooperación entre comunidad y Estado, y la comunicación, son factores fundamentales para que el trabajo en equipo pueda darse de la mejor forma y contribuya en la solución de cualquier situación, problemática o crisis. Es decir, en este punto, la opinión de cada parte e integrante cuenta.
Aunque las comunidades puedan verse como un todo, lo cierto es que poco se tienen en cuenta y, a menudo, son percibidas como un mundo aparte. No obstante, si el Estado empieza a fortalecer estos grupos sociales, pequeños cambios se convertirán en grandes aportes al desarrollo territorial; de este modo, los hombres, mujeres, jóvenes, campesinos, adultos mayores y otros grupos no menos importantes, se sentirán incluidos y necesarios para el país.