Los matices de una posesión histórica

Indiscutiblemente, el pasado 7 de agosto, Gustavo Petro marcó un precedente en el país, no solo por ser el primer líder político de izquierda en alcanzar la presidencia, sino por todo el acto que se desarrolló en torno a dicho suceso. De hecho, me atrevería a decir que es la primera vez que tantas personas salen a las calles a celebrar eufóricamente la llegada de un nuevo mandatario. El domingo todas las miradas estuvieron puestas en lo que terminó siendo una posesión presidencial llena de matices, símbolos y momentos que nos dejan claro que el nuevo Gobierno en nada quiere parecerse a los anteriores.

La participación de María José Pizarro a la hora de poner la banda presidencial y la exposición fotográfica del artista Mauricio Vélez, que dio a conocer una narrativa histórica y majestuosa de Colombia en sus últimas dos décadas, fueron momentos conmovedores que enviaron un mensaje importante a la gente. Aunque, sin lugar a dudas, Duque también fue protagonista del acto; el expresidente ratificó que es el principal jefe de debate de Petro al impedir que llevasen la espada de Bolívar a la posesión.

A través de su discurso, Petro dejó claro que el haber sido elegido presidente no es más que el resultado de toda una vida de trabajo. Además, habló de un concepto latinoamericano bien interesante, resaltando la importancia de juntarse y trabajar en equipo. Y aseguró que quería una Colombia “fuerte, justa y unida”.

Sin embargo, hay que tener claro que, para superar los efectos de la crisis que ha golpeado al país, se requiere de mucho más que un gran discurso; ahora, solo queda ver cómo el nuevo presidente y su gabinete, que está conformado por un grupo de personas con hojas de vida pomposas, trabajan para mitigar las diferentes problemáticas de nuestro territorio, entendiendo que no solo importa tener una buena preparación académica, sino que es fundamental comprender al ciudadano y dimensionar sus necesidades, para que los programas, proyectos y gestiones vayan acorde a lo que la gente pide a gritos.

Petro soñó toda su vida con ser presidente y sabe que un día más es un día menos, así que necesita aprovechar el tiempo al máximo. Hasta el momento, el líder del Pacto Histórico ha sabido enviar mensajes importantes de tranquilidad; la conversación con Álvaro Uribe, la reunión con el resto de sus opositores naturales y el pronunciamiento de su ministro de Hacienda, han sido jugadas acertadas que lo han mostrado como un hombre mesurado, emocionalmente tranquilo y, por supuesto, preparado para gobernar.

Sumado a lo anterior, la baja popularidad de Duque está a favor del nuevo Gobierno, pues cualquier acción adelantada será bien recibida. Pero, por otra parte, creo que temas como la reforma tributaria serán un dolor de cabeza para el mismo. Colombia necesita una reforma del funcionamiento del Estado, acabar con entidades que son burocráticas y reorganizar el esquema político del país; hay que pensar en reducir gastos que no son de poca monta, son gastos inmensos… Porque ahorcar más al contribuyente puede terminar siendo nefasto para la economía. También es fundamental combatir esa evasión tributaria de las grandes empresas, ahí también hay parte de la solución.

Por ahora, lo único seguro son las altas expectativas que todo el país tiene sobre Gustavo Petro quien, definitivamente, no hubiese podido materializar tal posesión presidencial de no ser por el apoyo de su esposa, Verónica Alcocer; por la labor de su estratega, Antoni Gutiérrez-Rubí; o por los esfuerzos de figuras como Luis Fernando Velasco, que brilló por su ausencia en la posesión y no hará parte del gabinete, pero seguramente desempeñará un papel importante dentro del nuevo Gobierno, entendiendo que es un hombre insignia que, sin cálculos políticos, se la jugó por un concepto porque, desde su entendimiento, le apostó a la transformación, y siendo disidencia del Partido Liberal, logró liderar ese grupo de políticos liberales que se fueron con Petro un año antes de las elecciones, cuando las encuestas estaban lejos de reflejar la realidad.

Finalmente, hay que reconocer que Petro tiene a favor la enorme necesidad que tenemos los colombianos de que suceda algo distinto en el país. No podemos negar que el nuevo presidente tiene la ventaja de conocer al Estado, de conocer su funcionamiento, conocer las instituciones, las necesidades, a la gente y las regiones. Esperemos que el nuevo mandatario sepa aprovechar cada uno de esos aspectos; que los ministros, algunos de ellos sin experiencia en lo público, puedan hacerlo bien; y que los gobiernos locales y departamentales cooperen y encaminen sus acciones de acuerdo a lo que el plan de trabajo del Gobierno Nacional estipule para contribuir en la construcción de un país con mejores garantías para todos y así marcar un precedente mucho más grande que la realización de una posesión con sabor a cambio. Amanecerá y veremos.