Tiempo de crisis

El mundo aún trata de recuperarse de la coyuntura crítica generada por la pandemia del Covid-19 que, además de cobrar la vida de millones de personas, ocasionó un declive económico, pues el aislamiento social obligó a la gente a cerrar sus negocios para protegerse del virus, aunque esto implicase vivir en medio de la pobreza y el hambre.

No obstante, la reactivación ha sido compleja, no solo porque continúan presentándose contagios y porque han aparecido nuevas cepas, sino por el surgimiento de la guerra entre Rusia y Ucrania que, lejos de ser una enfermedad, ya ha dejado 4.731 muertos y 5.900 heridos entre el 24 de febrero de 2022 y el 26 de junio, según el informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

En ese orden de ideas, este conflicto va mucho más allá de ser una lucha de intereses entre dos países; tras su desarrollo, se ha generado un impacto global preocupante, sobre todo, a nivel económico, y esto deja en evidencia que el tiempo de crisis aún no termina. Aunque no es el pronóstico más alentador, es bastante claro: habrá poco crecimiento y más inflación, lo cual representa un grave problema para la población mundial.

Tal y como lo dijo el consejero económico y titular del Departamento de Estudios del Fondo Monetario Internacional, Pierre-Olivier Gourinchas, las consecuencias de esta guerra se propagarán como una ola sísmica a través de los mercados de materias primas y los vínculos comerciales y financieros. Entendido lo anterior, y teniendo en cuenta lo que influye la economía en el desarrollo y el bienestar de los territorios, los países deberán ser estratégicos para salir bien librados de esta situación.

El informe de Perspectivas Económicas del Banco Mundial indica que, durante 2022, en Asia oriental y el Pacífico, el crecimiento desacelerará al 4,4%; en Europa y Asia Central, se contraerá un 2,9%; en América Latina y el Caribe, se desacelerará al 2,5%; en Asia meridional, se desacelerará al 6,8%; en África subsahariana, se moderará al 3,7%; y, solo en Oriente Medio y el Norte de África se acelerará al 5,3%.

En lo que respecta a Colombia, el aumento del precio de los productos de la canasta familiar se ha hecho notar; según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, para junio de este año, la inflación fue de 9,67%, mientras que en 2021 (durante el mismo periodo) fue de 3,63%. Además, los contagios por Covid-19 no terminan; del 1 al 7 de julio, se registraron 23.667 casos nuevos. Y a este panorama se le suma la incertidumbre que actualmente vive el país tras la llegada de un nuevo Gobierno bajo el mandato de Gustavo Petro.

Ahora bien, como si fuera poco una pandemia y una guerra, a este tiempo de crisis mundial hay que añadir el cambio climático, una problemática sobre la que debería generarse mayor conciencia, teniendo en cuenta que sus efectos cada vez serán más perjudiciales para la existencia. Dicho de otra forma, la humanidad tiene la responsabilidad de lidiar con la salud, la violencia y la contaminación; tanto las comunidades, como los mandatarios de los lugares más pequeños y los líderes de las grandes ciudades, deberán llevar a cabo planes que contribuyan a mitigar las consecuencias generadas por dichas problemáticas.