Noruega: el ejemplo a seguir

Quienes creemos que es posible vivir en un país lleno de oportunidades y garantías que nos permitan un óptimo desarrollo social, educativo, económico y cultural, podríamos fácilmente ser tachados de idealistas o de soñadores cuya fe radica simplemente en utopías, pero Noruega nos salva de dichos señalamientos, pues este país escandinavo es la referencia perfecta para creer que la calidad de vida y el desarrollo sostenible sí pueden alcanzar a todos los habitantes de una nación.

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, el desarrollo sostenible va mucho más allá contar con un buen modelo económico o de enfocarse simplemente en el factor educativo; se trata más bien de un equilibrio que incluye hasta la erradicación de la pobreza, la producción y consumo responsables, el cuidado de los ecosistemas y otros aspectos fundamentales contemplados en 17 objetivos encaminados a la búsqueda de un bienestar que, si bien no es fácil de conseguir, bajo la planeación y la administración correcta de los recursos, se puede alcanzar.

Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015.
Fuente: Naciones Unidas

Noruega es un modelo soñado de vida, pues se ha concentrado en cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible o, por lo menos, en adelantar acciones a favor de los mismos. Según el informe del 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, este país tiene el mayor Índice de Desarrollo Humano ¿y quién no desea vivir en un lugar cuyo sistema maneja los recursos de manera efectiva, se esfuerza por mitigar el cambio climático y ve en la educación un eje fundamental para la generación de riqueza?

Sin duda, las comparaciones son odiosas, pero este pequeño lugar de Europa me hace creer que en Colombia estamos lejos de alcanzar dicha estabilidad, aunque lo curioso del asunto sea que contamos con más de los recursos necesarios para lograrlo; mejor dicho, todavía no somos conscientes de nuestra riqueza y, lamentablemente, la desigualdad es una prueba de ello; en muchos lugares del país sigue siendo un desafío poder acceder a la educación, a un buen sistema de salud, a un empleo digno o a recursos tan vitales como el agua. Y transformar dichas realidades no solo es un reto, sino una necesidad para disminuir las brechas.

Ahora bien, a pesar de ser considerado uno de los países más desarrollados del mundo, Noruega continúa trabajando para mitigar las desigualdades entre sus habitantes. Este lugar, que hace años contaba con problemas de pobreza y solo basaba su actividad económica en la pesca, supo idear políticas para crecer y generar una sostenibilidad ejemplar. Noruega ha demostrado que pensar en el bienestar de los habitantes es igual de importante que pensar en consolidar el sector económico, y por eso ha marcado la diferencia, pues en muchos países las economías son fuertes, pero la desigualdad también.

Indiscutiblemente, es posible construir una realidad que favorezca a todos, donde la generación de ingresos, el bienestar de las personas y la protección del medio ambiente se dirijan hacia el mismo objetivo: vivir en un territorio sostenible en el que día a día se brinden oportunidades de mejora y en el que cada persona entienda que también es responsable de los cambios, positivos y negativos, que se dan dentro del mismo.