Alianzas políticas

Cuando se trata de cumplir objetivos o de obtener la victoria en una contienda electoral, la estrategia lo es todo. En campañas, cualquier paso o movimiento puede ser determinante para superar a los oponentes. En ese orden de ideas, las alianzas políticas, aunque no garantizan el éxito, sí juegan un papel importante dentro del proceso, bien sea para beneficiarlo o perjudicarlo. Conseguir que otra persona, grupo o movimiento sume esfuerzos, de una u otra forma, repercutirá en los resultados.

Las alianzas, en sí, son las mismas en todos los aspectos de la vida: en la guerra, en los negocios, en el ámbito laboral y, por supuesto, en la política. Se trata de unir fuerzas para tener una mayor probabilidad de alcanzar los objetivos. Cuando un político da paso a las coaliciones, solo puede tener dos cosas en mente: formar mayorías o evitar la formación de las mismas. Lo anterior, teniendo en cuenta qué tanto le puede aportar la otra parte y bajo qué condiciones se establecen dichas uniones, pues no siempre generan un impacto positivo. Por eso, creo que el recibir respaldo de un grupo significativo que represente una línea o vertiente política, no siempre es necesario.

¿Las alianzas políticas son suficientes?

A Antanas Mockus las alianzas políticas le sirvieron para llegar hasta la alcaldía de Bogotá. Eso, sin dejar de lado que se trató – en mi opinión – de una de las campañas más transparentes de los últimos tiempos. Los acuerdos de aquel entonces fueron abiertos, honestos y de cara a la ciudadanía. Por otro lado, cabe mencionar a Juan Manuel Santos, que llegó a la Presidencia de la República en un momento en que el país demandaba la continuidad de un gobierno taquillero como el de Álvaro Uribe, de quien precisamente recibió respaldo. Y también está Petro, quien después de dos intentos fallidos como candidato presidencial, hizo alianzas que hoy lo tienen como el mandatario del país.

Sin embargo, los resultados no siempre son los mejores. Hay alianzas políticas que son nefastas y perjudiciales, a tal punto de llevar a un candidato a la derrota. En ocasiones, se obtienen mayores beneficios cuando dichas uniones se dan de manera silenciosa. Dicho de otro modo, se trata de alianzas necesarias que no salen a la luz y suman más electorado al no evidenciar que se cuenta con el apoyo de determinado personaje o movimiento.

En todo caso, creo que es importante resaltar que para la gente ya es carreta la frase: «Hicimos un acuerdo programático…»; las personas ya no creen eso. Ahora, la gente entiende que debajo de la mesa hay acuerdos de por medio que casi siempre tienen que ver con dinero y contrataciones. Finalmente, la ciudadanía, en un porcentaje muy alto, es bastante incrédula, y la manera de conquistarla no tiene mucho que ver con el cálculo político. Se necesitan planteamientos serios que representen a las comunidades y que tengan en cuenta las necesidades reales de la gente. Creo que ahora las audiencias premiarán aquellas propuestas políticas que se arriesguen a ser sinceras y tengan ganas de transformar vidas a través de un trabajo democrático.