Una mente visionaria

Ir más allá de los límites, buscar la manera de mejorar a corto y largo plazo y pensar cómo convertir las falencias en oportunidades para innovar y generar cambio, son aptitudes que pueden impactar positivamente en una sociedad. Por eso es tan importante que quienes lideran y gobiernan los territorios cuenten con un pensamiento visionario que les permita enfrentar adversidades de manera estratégica y ver lo que otros no pueden ver.


Los visionarios son capaces de levantar una voz de esperanza ante las problemáticas sociales, transmitir confianza y movilizar personas en torno a una misma causa. Líderes como Gandhi, la Madre Teresa y Nelson Mandela, fueron capaces de conquistar a las masas y conducirlas hacia la trasformación de su realidad. Mientras que otros utilizaron el poder de su pensamiento para anticiparse a hechos que marcaron la historia, como Julio Verne, el escritor francés a quien la imaginación lo llevó a narrar, en sus novelas, acontecimientos que aún no se habían dado en aquellos tiempos pero que luego sucedieron, como el viaje a la luna y la creación del submarino y las naves espaciales.


En este orden de ideas, debo decir que los verdaderos líderes, sí o sí, están llenos de visión, pero al mismo tiempo, de ganas, de deseos de conocer más, entender más, descubrir más, cambiar más y alcanzar más. No solo se trata de lo que pasa en sus mentes, pues no sirve de nada tener cientos de ideas en su cabeza que no son capaces de llevar a cabo; es necesario que esa visión vaya acompañada de acciones contundentes. Quienes tienen la capacidad de evadir las excusas, asumir las realidades, enfrentar los retos y actuar de manera innovadora y atrevida, siempre irán un paso adelante.


Por lo menos en el ámbito político, una persona visionaria tiene que ser capaz de inspirar a las comunidades para lograr que estas defiendan sus ideales y su percepción de lo que puede ser un “lugar soñado”; y, sin importar que sus ideas estén por delante de las de los demás, siempre estará dispuesto a escuchar alternativas sin sentirse superior. En el caso de Colombia, lamentablemente, son pocos los líderes políticos que dejan a un lado los delirios de grandeza y evitan la conveniencia para dedicarse a trabajar en pro de un futuro y un desarrollo sostenible; hace falta que en el país más mentes visionarias estén dispuestas a transformar no solo su realidad, sino la de todo su entorno. En otras palabras, es necesario que esa capacidad de superación y reinvención esté acompañada de deseos por mejorar la vida de los demás.


En conclusión, un líder político con mente visionaria ayudará a predecir cómo podría funcionar un territorio en el futuro y trabajará potenciando las habilidades de las personas que conforman su equipo, comunicándoles cuáles son los desafíos que tienen por delante y cuál es el camino a seguir para enfrentarlos con el fin de multiplicar el mensaje, sembrando una ideología de cambio real y sostenible, que incluso, permita actuar con inmediatez para sobrevivir a factores críticos externos, como la llegada de una pandemia o de un conflicto bélico.